Historias de autocultivadores
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Cristóbal Vargas (nombre ficticio) autocultiva cannabis desde hace 5 años con el consentimiento de sus padres. Tiene 24 años. Por su huerta han pasado variedades de todo tipo: Amnesia haze, White Widow, Dutch Dragon, Black Jack, Jack herer, jamaquina y más.
“Yo mando a pedir la semilla a Europa, y aunque no lo crean, llega.” Rie.
Este viernes visité su casa con el fin de conocer en vivo el método Scrog que aplica desde hace un mes a una semilla Blue Dream importada. En la entrada de la casa, su padre nos saluda amable. Eran pasadas las tres y en el barrio estaba lloviendo.
Desde el fondo del pasillo, una luz led sobresale de un pequeño closet cuya temperatura está siendo controlada mediante a un ventilador no muy potente. Al abrir el closet, el olor frutal de las flores golpea agradablemente al olfato.
Un folio de aluminio, además de generar la reflexión del led, crea formas que se confunden con las hojas. Los cogollos en crecimiento eran golpeados por las astas del abanico mientras Cristóbal estimulaba y explicaba su origen.
“Esta es la segunda vez que aplico Scrog. Antes aplicaba el Lollipop y cortaba puntas para formar varias colas, algo similar, pero sin el Entrenamiento de bajo estrés (LST, por sus siglas en inglés)”.
Mediante al LST, la planta sufre un periodo de estrés lo que la hace robustecerse en espacio y producción. Parecieran 8, pero es solamente una:
Una malla sostiene a los cogollos que son impulsados hacia arriba por medio de la luz. Las hojas alcanzan un vigor importante y no existe exceso de nitrógeno u otro tipo de nutrientes. Una planta 100% saludable.
“Me encantaría poder hacer esto para una industria legal”, dice Cristóbal mientras recorta una hoja, “La generación actual se va a otros países a trabajar en esta industria. Si legalizan aquí, Costa Rica podría crecer económicamente”.
En su casa, el tema se vive con normalidad. Reconoce que no todos los jóvenes de su generación tienen la misma posibilidad de autocultivar. En su caso, se necesitó la aprobación de sus padres quienes al inicio tildaban el consumo de cannabis como «una puerta de entrada a drogas fuertes».
Son muchas las razones por las que los consumidores empiezan a cultivar. El consumidor moderno es más educado. A medida de que obtenía la aprobación de sus padres fue investigando sobre variedades distintas a la jamaiquina (cannabis prensado en Costa Rica).
«No quería comprarla, yo sabía de dónde venia y lo «sucia» que es».
A partir de que tuvo la experiencia de conseguir flores de mayor calidad, investigó que podía producir variedades orgánicas. Desde su primera vez que experimentó en el 2011, prefiere importar variedades medicinales para sus cosechas.
Mucho de la aceptación que tuvo en su casa se debió al momento en que sembró una planta y fue recibida con la misma normalidad con la que crecían otras plantas en su hogar.
“Al inicio pensaron que me iba a ser una persona vaga, pero con tiempo les mostré investigaciones y videos de cómo el cannabis cultivado correctamente trae beneficios para el cuerpo y personas enfermas, así cambiaron de mentalidad”, comenta.
Todavía quedan algunas semanas antes de que el periodo de floración finalice. La técnica hasta el momento ha sido impecable. Casi dos meses ha invertido en un sistema que mide temperatura, electricidad y la cantidad de nutrientes en la tierra.
Alredor de las 5 de la tarde el interruptor del LED baja de tono y crea el ambiente cálido. Desde que cambió el fotoperiodo, la planta necesita más descanso.
Según me cuenta, días antes se reunió la comunidad de su barrio junto a la policía. Se reunen a articular el plan de prevensión e investigación de casas que se rentan con el fin único de dedicarse al cultivo de cannabis para tráfico.
Mientras encara un café, le lanzó la pregunta: ¿Te sentís seguro de sembrar?
«Legalmente se venden armas que matan, pero una planta que ayuda al alivio o cura enfermedades sea ilegal, me parece absurdo,» responde, «autocultivar es ir en contra del narcotrafico.»
en Costa Rica. 
