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La historia de la empresa “Big Farma” que ha controlado la medicina en el mundo desde el 1910

¿Cómo funciona la medicina moderna? ¿Está enfocada en el bienestar y la salud o cuál es su razón de ser? ¿Cómo y cuándo se modernizó la medicina?

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Hipócrates de Cos vivió del 460 a.c al 370 a.c. Revolucionó la medicina en su época y uno de sus legados es la teoría de que el cuerpo tiene la capacidad intrínseca de sanarse y de cuidarse. Por este motivo se resistía a utilizar drogas en sus pacientes. Adquiría un compromiso profundo con la persona enferma.

Actualmente, casi 2500 años después, los licenciados en medicina hacen el juramento hipocrático como lo hicieran los discípulos de Hipócrates. Ellos juraron, en esencia, “no llevar otro propósito que el bien y la salud de los enfermos”.

Momento de “evolucionar”

En 1910, un hombre millonario que no era ni médico ni científico y que administraba una universidad con fines de lucro en Kentucky, llamado Abraham Flexner, presentó un informe que pretendía unificar la enseñanza de la medicina bajo un sistema que era muy rentable a nivel financiero. Este documento fue auspiciado por la fundación de Andrew Carnegie, un industrial acerero que llegó a tener la empresa más rentable del mundo.

La propuesta de evolución descrita en el informe Flexner tenía cinco puntos centrales:

  1. Hay demasiados médicos no capacitados en los EE. UU.
  2. Hay demasiadas escuelas de medicina comerciales.
  3. Los últimos 25 años (antes de 1910) han visto la creación y el avance de los laboratorios médicos. Sin embargo, muchas escuelas aún no tienen laboratorios.
  4. Muchas escuelas de medicina no tienen criterios de ingreso lo suficientemente estrictos.
  5. Cada facultad de medicina necesita un hospital escuela, o no puede funcionar.

Gracias a la influencia económica y política de Carnegie la Asociación Médica Estadounidense (AMA) publicó folleto llamado «Educación médica en los Estados Unidos y Canadá». Este proceso de cambio relegó a la medicina tradicional y ancestral a un plano de informalidad y le quitó veracidad y credibilidad.

Los laboratorios universitarios basaron sus estudios de medicamentos en las fuentes naturales que se utilizaban tradicionalmente, con la diferencia de que eran compuestos sintéticos que asimilaban la formación molecular de las plantas, pero estos nuevos productos se convierten en patentes, por lo tanto, son dinero.

Por su parte, John D. Rockefeller había creado una industria química que sintetizaba los derivados del petróleo y vio en la medicina un mercado muy interesante. Por este motivo creó una organización sin ánimo de lucro que donó mucho dinero a las facultades de medicina que siguieron el consejo de Flexner, pues esto beneficiaba su negocio químico que estaba en ascenso.

A partir de ese momento nació “Big Pharma”, un término despectivo que se refiere a las 10 principales empresas farmacéuticas de la actualidad y que fomentan el uso de “una píldora para todo”. Ellas, actualmente, son las encargadas de la investigación, promoción, venta, distribución e información de efectos secundarios o indeseables de sus propios medicamentos.

En 2021 las ventas totales de las 20 farmacéuticas más grandes del mundo ascendieron a los $821 mil millones de dólares. Revistas especializadas y medios de comunicación como DW, afirman que los medicamentos más rentables y con mayores ventas son los que se enfocan en padecimientos crónicos, como la diabetes y el cáncer.

Janssen (Johnson & Johnson), fue la empresa que lideró las ventas en 2021: $93.700 millones. Sus dos unidades con mayor crecimiento fueron la división de farmacéuticos (donde destaca su vacuna contra el Sars-Cov-2) y la unidad de dispositivos médicos (por ejemplo, respiradores artificiales). Combinadas sumaron un crecimiento del 30% para la gigante empresa norteamericana.

Las decisiones importantes que toman los países con respecto a la salud están determinadas, en gran medida, por la industria. Estos ejercen presión sobre los gobiernos, pues son quienes dominan la agenda de formación de los médicos, la agenda de investigación y dominan la agenda pública en sanidad; según declaraciones del ex director general de Salud de España, Ildefonso Hernández.  

“La industria farmacéutica tiene decenas de miles de personas, bien pagadas, bien preparadas, que solo piensan en venderle más a quién le compre; y en España quien les compra es el Sistema Nacional de Salud”, aseguró Joan-Ramón Laporte, Director de la Fundación Institut Catalá Farmacología, en España.

Además, se refirió a la posibilidad que tiene un médico en el Sistema Nacional de Salud al poder elegir entre 15 mil medicamentos para recetar a sus pacientes. Estos insumos han sido recomendados y explicados por los representantes de las empresas, no por organismos imparciales o gubernamentales.

“Es imposible que un médico pueda gestionar el conocimiento relativo a 15 mil medicamentos. Yo soy farmacólogo, con más de 40 años de experiencia y puedo decir que conozco a profundidad unas pocas decenas de medicamentos (…) la formación médica continuada, en España, es financiada y organizada por las compañías farmacológicas en más del 90%. Los congresos de salud son organizados por las sociedades científicas, estas son financiadas, al menos, en un 80% por la industria farmacéutica”. Concluyó Laporte.

Reunión de 73 y prohibición a millones de personas

Las aspiraciones de las compañías y su desacreditación a la medicina natural que había cimentado la medicina occidental llegaron a tal punto en el que las Naciones ganadoras de la Segunda Guerra Mundial (Estados Unidos y los aliados) crearon una nueva la Clasificación de Sustancias “medicinales” con la finalidad de eliminar los valores terapéuticos de las plantas medicinales ancestrales.

Es así como se crearon la Listas de Estupefacientes que imposibilitan el estudio de plantas como el cannabis, la psilocibina, la hoja de coca, la adormidera, entre otras, cuya investigación actual contradice la restricción impuesta por los intereses farmacéuticos de las naciones poderosas.

Dicha lista se determinó en la ONU en Nueva York, tras la conclusión de la Segunda Guerra Mundial, el 30 de marzo de 1961. 73 países participaron y fue ratificada únicamente por 43 naciones y entró en rigor el 13 de diciembre de 1964.

Con el paso de los años más países se adhirieron a la convención. Sin embargo, uno de los precedentes los marcó Bolivia en 2011, al anunciar su retiro debido a una votación en contra de la masticación de la hoja de coca, pues era una tradición de sus antepasados y alegaron que no es un estupefaciente si se encuentra en su estado natural.

En 2013 el país sudamericano se reintegró tras aprobarse por más de 100 países la masticación de la hoja de coca en Bolivia.

En la actualidad, especialmente entre las personas más jóvenes, hay una sensación de incomodidad con esta forma de hacer medicina y se pretende retomar las enseñanzas de Hipócrates de Cos. La nueva tendencia es utilizar técnicas y medicamentos que se usaron desde hace miles de años para sanar y mejorar la calidad de vida de las personas, y aun así formar una industria rentable.

Un ejemplo de este cambio lo está haciendo la industria de cannabis. Los extractos y usos derivados de una planta que se prohibió en 1961 han mostrado usos terapéuticos superiores a los fármacos sintéticos. Esta es una industria que produce aproximadamente $50 mil millones de dólares al año, a pesar de que es ilegal en la mayoría de los países del mundo.

Uno de los principales motivadores del cambio fue la llamada “crisis de los opioides”, así como los efectos adversos de los medicamentos, los cuales incluyen padecimientos crónicos hepáticos, renales, cardiacos o cancerígenos; casualmente afecciones que generan el grueso de los ingresos al “Big Pharma”.

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ESCRITO POR: REDACCIÓN

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