Al mediodía de este viernes dos sicarios asesinaron a sangre fría a una persona de Uzbekistán en Sabana Oeste.
El individuo de 49 años viajaba con una muchacha limonense de 22 mientras recibió los tres disparos desde una motocicleta.
Pese a que no se haya confirmado si la persona identificada como Dmytro Spiridonov tenía vinculos con el narcotráfico, esta forma de violencia es similar a la que ejercen los pistoleros en países como México y el Salvador.
La creciente oleada de estos sucesos en las diferentes provincias del país, retrata un hecho que es claro: la narcoviolencia en Costa Rica se posiciona.
A inicios de octubre, las balas de un enfrentamiento entre bandas narcotraficantes en Limón ocasionaron la muerte de 5 civiles que se encontraban disfrutando de un domingo en Cieneguita.
Como si fuera poco, el Diario Extra informa el día de ayer sobre la desarticulación de una banda narcotraficante que se encargaba de la distribución de cocaína al interior del país. La banda tenía nexos con el cartel de Sinaloa.
La posición de Costa Rica con respecto al uso de drogas es por mucho, más humanitaria y vanguardista que muchos otros lugares del mundo. Los consumidores no son encarcelados ni perseguidos en las calles por utilizar ningún tipo de sustancia.
Esta postura nos deja entre la espada y la pared si analizamos estos hechos.
Por un lado, nuestras políticas de drogas son vistas con buenos ojos a nivel nacional e internacional, pero en la medida en que la oferta del consumo es llenada por los criminales, el país debe sentarse a ver cómo el crimen seguirá creciendo a plena luz del día.
El país tiene pocas pero esperanzadoras alternativas. El consumo de cannabis sigue subiendo especialmente en jóvenes y seguirá pasando movido a que este se ha vuelto un tema “mainstream” a nivel mundial.
Aunado a esto, este martes los estadounidenses dieron el paso a la regulación a 8 nuevos Estados en sus propuestas “recreativas” y medicinales. California incluida.
Ahora que ese estado, el más poderoso económica y poblacionalmente, tome las riendas de la industria, se espera un reacomodo general de la droga de los carteles mexicanos y esto incluye a Latinoamérica.
Desde hace más de tres meses, el cannabis prensado mexicano se posicionó en el mercado negro costarricense como una de las sustancias de más auge por su calidad en comparación con el prensado jamaiquino. Siendo altamente consumido por los jóvenes.
Estamos ante un momento determinante en la configuración del mercado ilegal de drogas. El Organismo de Investigación Judicial (OIJ) ya ha confirmado la presencia del cartel de Sinaloa en al menos 5 provincias del país.
Si bien es cierto, Costa Rica tiene niveles bajos de consumo de cocaína, la banda desarticulada por esa entidad fue descubierta en el último allanamiento con más de 432 kilos de cocaína para consumo interno, lo que sin duda habla de un mercado local bastante abultado.
Es momento de que las autoridades dejen el populismo punitivo y propongan medidas para que los consumidores no tengan que recurrir al mercado negro para satisfacer sus necesidades.
Tal y como el director del Instituto sobre Alcoholismo y Farmacodependencia (IAFA), Eduardo Sandí, indicó recientemente a la prensa: la imagen del consumidor ya no es la del «vago».
La mayoría de usuarios especialmente de cannabis y cocaína tienen alto poder adquisitivo para adquirir esas sustancias sin importar los precios.
Es utópico pensar que el consumo de cannabis y otras drogas va a disminuir en la medida en que al Ministerio de Seguridad se le otorgue mayor presupuesto para el combate contra el narco. El fiscal general, Jorge Chavarría, ha manifestado en distintas ocasiones que esta es una «guerra perdida».
Tampoco los consumidores dejarán de hacerlo solamente porque el señor ministro de seguridad, Gustavo Mata, así lo recomiende. Sobre todo teniendo en cuenta el descontento mundial hacia los políticos.
Es momento de que el Instituto de Control de Drogas (ICD) y la Junta de Vigilancia de Drogas propongan la participación del estado o de empresas privadas que regulen el cannabis como sucede en otros países y estados de EE.UU.
Asimismo, el cultivo personal debe quedar despenalizado tal y cómo se mantiene en la legislación actual costarricense, siempre y cuando se mantenga para uso personal.
De esta manera, para satisfacer el consumo los costarricenses no deberán de recurrir al narcotrafico y sus redes para abastecerse, y así el Estado puede tomar acciones para reducir el consumo, cobrar impuestos y verificar la calidad sanitaria de los productos.
La criminalidad en Colorado, donde el cannabis es legal y regulado en sus diferentes formas desde el 2012, ha disminuido de 12,894 arrestos en 2012 a 7,004 en 2014. Lo que equivale a una caída del 46%, según un informe de Drug Pollicy Alliance.
La sangre que se derrame o se deje de derramar dependerá de que la política se aleje, de una vez por todas, de su doble moral y que la seguridad ciudadana sea realmente protegida mediante a políticas que quiten este negocio de las manos de los carteles mexicanos y de los nacientes carteles costarricenses.